Turismo como catalizador de Salud Mental.

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Cuando viajamos, es común que los principales motivadores sean: descansar, desconectarme, conectarme conmigo mismo, conectarme con la naturaleza, pasar tiempo de calidad con familia y amigos, aprender o conocer algo nuevo.

También sabemos intuitivamente dos cosas más: a) que viajar por motivos de placer tiende a ser estimulante, y b) que el contacto con la naturaleza nos da una indescriptible sensación de paz y harmonía.

Por otro lado, sabemos que desde 2010, el 90% de la población en países desarrollados vive en ciudades. Este hacinamiento y estilo de vida donde el estrés se ha vuelto parte de nuestro día a día ha tenido como resultado que al menos en EEUU (de donde tenemos cifras del Instituto Nacional de Salud Mental (NIH) 1 de cada 5 personas (23%) sufre de alguna enfermedad mental. También sabemos que esto está afectando principalmente a jóvenes (11.6% de los casos) seguido por gente entre las edades de 26-49 (7.6% de los casos).

Está demostrado que el impacto del COVID en 2020 y de los años de encierro posteriores aceleraron el crecimiento de las enfermedades mentales. El número de personas con enfermedades mentales desafortunadamente no ha mostrado señales de disminución, sino que la tendencia (aunque más moderada) ha seguido una trayectoria ascendente.

Las enfermedades más comúnmente diagnosticadas son depresión, ansiedad, estrés post traumático y demencia. Estas enfermedades pueden ser desde leves hasta inhabilitantes. También sabemos que estas enfermedades mentales están estrechamente ligadas con otras condiciones que impactan la calidad de vida y que no nos permiten alcanzar nuestro potencial pleno como seres humanos como son: alcoholismo, drogadicción, trastornos alimenticios, nuestra capacidad de aprender, nuestra capacidad de crear, nuestra capacidad de relacionarnos con otras personas y en casos extremos es una de las causas principales de suicidio.

No es casualidad que el marcador de venta de fármacos está proyectando crecimientos de hasta 4x en el periodo que comprende 2018 a 2032 (datos Market Research Future).

Pero… aquí es donde creo que esto es relevante para la industria turística, particularmente la nuestra, el sector de Turismo de Aventura, Naturaleza y Turismo Rural. ¿Qué tal si nosotros podemos ser parte de la solución que necesita el mundo? Es altamente factible que el turismo que fomenta el contacto con la naturaleza sea MEDICINA.

Vámonos por partes:
Primero… ¿Qué pasa cuando viajamos?

El universo de la Neurociencia es territorio relativamente nuevo, por lo que cada dia
obtenemos nueva información nueva que nos hace comprender mejor la forma compleja y fascinante en la que funciona nuestro cerebro.

Sin embargo, Milda Variene, en su artículo escrito para adventure.com titulado “Como Viajar Cambia el Cerebro” publicado en 2019 nos explica que algunos pioneros en la materia habían comenzado a confirmar lo que intuitivamente sabemos: “Cuando rompemos la rutina y tomamos un viaje se activan las redes cognitivas del cerebro fomentando la salud de este.” Según la Dra. Marien Diamond, especialista en Neurociencia quien condujo múltiples experimentos en la década de los 60`s que confirman esta idea. Viajar es un ejercicio para la mente, como si fuera ir al gimnasio para los otros músculos del cuerpo. Viajar, y los nuevos estímulos que genera son ejercicios para el cerebro que son esenciales para mantenerlo saludable.

(Imagen de Adventures.com)

Variene también cita al Dr. Nussbaum de la Universidad de Harvard quien dice que
“Experimentar cosas nuevas y nuevos retos fomenta el crecimiento de dendritas”. Las dendritas son extensiones de las neuronas que transmiten información al distintas partes del cerebro y definen el buen funcionamiento de este. 

Variene concluye citando nuevamente a la Dra. Diamond quien dice “La plasticidad del cerebro se adapta a lo largo de toda nuestra vida. Esto significa que podemos mejorar la salud de nuestra mente en cualquier momento. Mejorar la salud cognitiva es el mejor regalo y responsabilidad que tenemos en la vida.”

Otro artículo publicado en la revista Forbes confirma que viajar es indispensable para la salud mental ya que ayuda a disminuir el riesgo de caer en depresión. Cita a una encuesta de Expedia en la que el 81% de los viajeros norteamericanos cita razones de “salud mental” como uno de los principales motivadores de viaje. El 91% de los encuestados por la OTA dicen que viajan para “presionar el botón de reset mental”.

Segundo… ¿Cuál es el impacto que nos genera el contacto con la naturaleza en el cerebro?

Aquí también hay mucha investigación respecto a los grandes beneficios que el contacto con la naturaleza tiene en nuestra salud mental.

En la década de los 80´s se volvió tendencia en Japón el concepto de “shinrin-yoku” o “baños de bosque”, considerada hoy una potente eco-terapia. Este tratamiento consiste en una inmersión guiada en espacios naturales con la intención de promover la meditación y el bienestar mental fomentando los cinco sentidos. Los resultados de esta terapia son sorprendentes. Científicamente se ha medido y comprobado la reducción en cortisol en la sangre, la hormona que se produce por el estrés. Esto ha llevado a que hoy existen múltiples destinos, no solo en Japón, que ofrecen este tipo de inmersiones en la naturaleza.

El ser humano por naturaleza fue diseñado para convivir en ella, somos parte y no aparte de la naturaleza. Nuestra forma de vida hoy nos empuja hacia un entorno para el que no estamos diseñados pasando casi el 90% de nuestra vida dentro de cuatro muros. De ahí que la experiencia de reconectar con la naturaleza sea a nivel consciente e inconsciente tan potente, en algunas ocasiones comparando inclusive con experiencias que bordean en lo divino. Dante Alighieri decía que “La Naturaleza es el arte de Dios.” Anna Frank decía que sin duda “La Naturaleza trae paz y descanso a todos los males.” 

Estas citas y sensaciones que tenemos cuando reconectamos con la naturaleza tienen fundamento profundo en la neurociencia. 

Para concluir quiero hacer mención de otro artículo de la Universidad Gelsim de Turquía quien publicó un artículo en abril de este año donde dice que está comprobado que viajar fomenta la producción de la hormonas de la felicidad, como dopamina, oxitocina, endorfinas y serotonina. Viajar permite un escape temporal a nuestra realidad cotidiana, pero es justo ese espacio que necesita nuestro cerebro para recuperarse. Por lo tanto, viajar es indispensable para lograr mejorar nuestra salud mental, para incrementar nuestra creatividad, para tomar un descanso e impulsar nuestras carreras profesionales entre muchos otros beneficios.

Antonio del Rosal Stanford

Especialista en turismo de aventura y naturaleza con 28 años de experiencia, iniciando como guía de expediciones. Es Director General de Experiencias Genuinas, consultor del BID y LAIF, y Director Ejecutivo en Latinoamérica de la ATTA. Ha asesorado al CPTM, gobiernos estatales y latinoamericanos, y es fundador de ATMEX. Docente en la Universidad del Medio Ambiente y consultor para JICA en cadenas de valor de turismo.

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